Nunca hubiera imaginado que ir a un hospital fuera una experiencia maravillosa. La verdad es que desde lo del pollo, le tengo pavor a las enfermeras, médicos y demás menaje de hospital (por llamarlo de alguna manera). Pero hoy, he ido a pediatría, con los niños pequeños, la verdad es que da penita verlos allí en estas fechas pero luego, a uno se le encoge el corazón cuando ve hacer obras como la que he visto hoy. La CAM ha regalado a los niños juguetes, y de verdad que la cara de ellos ha quedado para siempre en mi recuerdo. Desde mi blog, un aplauso a la gente que regala sonrisas.
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